Nuestros valores
Centrados en Dios
Dios es el fin supremo de todas las cosas y que no hay mejor manera de adorarle que gozarnos en Jesús y disfrutar de la comunión del Espíritu Santo.
La iglesia de Pinar del Río existe para Dios, para agradarle, experimentarle y deleitarse en Él.
Fieles a la Palabra
La Biblia es la Palabra de Dios y su mensaje es relevante e imprescindible para todas las épocas, conduciéndonos a la salvación y a la vida eterna en Jesucristo.
Tenemos la Biblia como norma de fe y conducta y mediante su estudio, nuestra perspectiva de la vida es transformada.
Liderazgo comprometido
Jesús capacita líderes para guiar a la iglesia y formar a los creyentes, con el fin de llevar una vida que agrade a Dios.
El liderazgo cristiano es reconocido por seguir el ejemplo de Cristo, en el servicio al pueblo de Dios y en el amor a las personas.
Implicados en la misión
El deseo de Dios es reconciliarse con todo ser humano. Sabemos que no hay mayor bien en este mundo que conocerle.
Por ello, dedicamos tiempo y recursos para cumplir el mandato de Dios que es comunicar el evangelio.
Dependientes del Espíritu
El Espíritu Santo ha sido dado a la iglesia para guiarla, capacitarla y transformarla para Jesucristo.
Por medio de la oración y de la Biblia manifestamos nuestra dependencia y obediencia al Espíritu Santo.
Vivimos la comunidad
Cada persona ha sido hecha a imagen de Dios y, por lo tanto, es única e irrepetible, creada para vivir y desarrollarse en comunidad.
Como personas e hijos de Dios, somos llamados a vivir juntos en armonía, destacando en nuestra convivencia el amor fraternal, el perdón, la hospitalidad y el respeto mutuo.
Familias sanas
La familia es un diseño de Dios y, por lo tanto, es importante para el desarrollo de toda persona, donde se puede conocer el amor de Jesús de una manera significativa.
Buscamos la integración, la formación y apoyo de toda familia para que crezcan y se fortalezcan con la mirada puesta en Cristo.
Nuestra historia
Breve reseña del origen de las Asambleas de Hermanos
Las Asambleas de Hermanos nacieron en Irlanda, durante la primera mitad del siglo XIX, a raíz de la inquietud creciente de muchos creyentes por el formalismo religioso predominante que provocaba frialdad espiritual y desinterés por una verdadera vida cristiana . De hecho, uno de los grandes problemas que había era la gran diferencia entre clérigos y feligreses y los fuertes lazos entre iglesia y estado.
En 1826, un grupo de creyentes comenzaron a reunirse los domingos por la mañana, en una casa particular de Dublín, para celebrar el “partimiento del pan” (Santa Cena), estudiar la Biblia y orar.
En esas reuniones todos estaban al mismo nivel, sin jerarquías.
Su intención no era fundar una nueva iglesia, sino que lo que verdaderamente buscaban era volver a la iglesia primitiva con los ojos puestos en Jesucristo. Querían vivir la Palabra.
Para referirse a sí mismos usaron el término «brethen» forma antigua del plural «brother» que significa «hermanos».
En 1829, aquel grupo de hermanos que se habían comenzado a reunir en una casa particular, en vista del aumento de creyentes que se unían a ellos, fueron a alquilar una casa de subastas en Aurgien Street, hoy convertido en un templo histórico de las Asambleas de Hermanos. En la primavera de 1830 se celebró el primer culto público en ese local.
Cuando el movimiento llegó a Inglaterra, enraizó de manera significativa en la ciudad de Plymouth. Las asambleas, en su pasión por la extensión del Reino de Dios, tuvieron una gran actividad misionera que continúa hoy en día. Actualmente las Asambleas de Hermanos tienen presencia en más de 150 países alrededor de todo el mundo.